El magnolio es un árbol muy ornamental, de porte alto y piramidal, los más viejos, aparasolado y de
copa densa, son utilizado para embellecer jardines, parques y glorietas, algunos ejemplares pueden medir más de 20 metros, sus hojas son grandes y perennes, coriáceas, de un verde obscuro y brillante en el haz y rojiza y mate en el envés, grandes y elípticas, ligeramente puntiagudas, algo curvadas, con grueso nervio central y largo ápice. Vegetan muy bien en suelos ligeros y sombreados, siendo muy resistentes a las enfermedades y plagas.
Sus flores son espectaculares, de un blanco nieve a un
blanco crema, grandes y fragantes pero de corta duración, nacen en los extremos
de las ramas del año anterior y espaciadas unas de otras, por lo que en los
árboles adultos, aunque duran, como dije antes, poco, no se nota, permanecen de
Junio a Julio. Es una flor que se puede considerar como melífera, pues es muy
visitada por las abejas.
Estas flores tienen gran parecido a los tulipanes y a los
lotos, se diferencian de la gran mayoría
de las demás flores en que no tienen
pétalos ni sépalos al no disponer de cáliz ni corola, por lo que estas hojas
reciben el nombre de tépalo, esta palabra se inventó para definir este tipo de
hoja, de las flores que carecen de ellas.
Sus frutos son como piñas alargadas que, una vez maduras las semillas se encuentran como encriptadas
dentro, tienen forma de habita plana de un cm. de larga y un color rojo
escarlata brillante
Este género está representado por unas 120 especies que se distribuyen por Sudamérica,
Centroamérica, Méjico, Estados Unidos de América y el Sudeste de Asia.
También es conocido por Magnolia virginiana var. foetida.
Se introdujo en Europa
a principio del siglo XVIII y en la Universidad de Padua vive uno, que
calculan que tiene 260 años.
Este árbol se encuentra muy representado en Sevilla, con bellos ejemplares que vegetan muy bien, los podemos ver, en la Av. de Rodríguez Caso en el Parque de María Luisa, en el Casino de la Exposición, los más jóvenes en el Cristina y en los jardines de Celestino Mutis, otro precioso, en la Av. de la Constitución, junto a la Catedral y los más viejos y hermosos en los jardines de los Reales Alcázares, exactamente uno espectacular en el jardín de la Danza, frente al estanque de Mercurio.
Y como de Sevilla y del Magnolio estamos hablando, que mejor
que acabar esta entrada, recordando este bello poema en prosa, llamado El Magnolio, de la obra Ocnos de Luis Cernuda, terminada en 1942 durante su exilio en
Inglaterra. En él evoca su infancia, en su Sevilla natal.
Al fondo de la calle
sólo había una puertecilla siempre cerrada, y parecía como sí la única salida
fuera por encima de las casas, hacia el
cielo de un ardiente azul. En un recodo de la calle estaba el balcón, al que se
podía trepar, sin esfuerzo casi, desde el suelo; y al lado suyo, sobre las
tapias del jardín, brotaba cubriéndolo todo con sus ramas el inmenso magnolio. Entre
las hojas brillantes y agudas se posaban en primavera, con ese sutil, misterio
de lo virgen, los copos nevados de sus flores. Aquel magnolio fue siempre para
mí, algo más que una hermosa realidad: en él se cifraba la imagen de la vida.
Me gusta del magnolio su porte y la flor tan preciosa que tiene, cuando paso por la Catedral me paro para admirarlo.
ResponderEliminarPreciosa entrada.
Hola, me ha encantado ver ésta pág. ;amena y detalla explicación, fotos con rincones reconocibles, y sobre todo la bonita poesía con la que has inmortalizado el magnolio. Muchas gracias por dejar ver a los que no sabemos ver.
ResponderEliminarGracias Carmen por tu estimulante comentario, solo intento transmitir un sentimiento, el que me produce las cosa bellas.
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